La Ciencia de la Negligencia

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9

enero

2024

4 minutos

Sabemos que nuestra sociedad futura de personas adultas estará compuesta por quienes ahora son niños o niñas, son recién nacidos o están en proyecto de nacer. También sabemos que ellos necesitan continuamente “interacciones receptivas con los adultos”.

Los cuidados negligentes de los niños pueden tener graves consecuencias. Cuando estos niños no reciben lo que su cerebro espera obtener y está programado para obtener, cuando no recibimos lo que biológicamente estamos preparados para recibir y esperando que aparezca podemos hablar de cuidados negligentes. La interacción es de ida y vuelta. Y esa interacción va formando la arquitectura del cerebro. Si el niño da y no recibe lo que espera esto influirá en su desarrollo.

En el experimento “Still Face” llevado a cabo por el equipo de Ed. Tronick (Universidad de Massachusetts, Boston), se le pidió a una mamá con su bebé, al que arrullaba y respondía, que pusiera la cara “sin expresión ninguna”, es decir, que no respondiera en absoluto. Cuando no se atiende a un bebé, cuando no se le responde, el sistema de alerta del bebé lo etiqueta como una señal de peligro de vida, se activa el sistema de estrés y ciertas sinapsis claves para las conexiones neuronales no se dan. El estrés invade al bebé.

Utilizando este tipo de situaciones experimentales y grabaciones, los autores de este estudio nos hablan de las consecuencias de la negligencia. La ciencia de la negligencia sugiere la existencia de cuatro tipos de negligencias:

  • La primera sería la falta de atención ocasional. Esta puede ser a veces incluso beneficiosa porque el bebé empieza a tirar de recursos para llamar más la atención y buscar interacción.
  • La segunda es la “subestimulación crónica” . Estos bebés reciben menos atención de lo normal pero las consecuencias se podrían subsanar con el aprendizaje.
  • La tercera es “la negligencia grave en la familia”. No solo tiene periodos de falta de atención continuos si no que existe una falta de nutrición, higiene y falta de cobertura de necesidades básicas.
  • La cuarta y última negligencia de la que nos habla este estudio es “la negligencia grave en entornos institucionales”. Por poner un ejemplo, el hecho de que un niño sea atendido por turnos (cada 8 horas viene alguien distinto a cuidar y atender al niño) puede afectar muy seriamente al desarrollo de la arquitectura del cerebro del niño.

Los niños tienen más posibilidad de sufrir abandono y negligencia que de sufrir otro tipo de maltrato. Aquí es donde tenemos la oportunidad de actuar. Aquí sabemos que el niño tendrá problemas y déficits futuros. Necesitamos pensar estrategias más complicadas e intensivas para deshacer estos efectos.

Tenemos la posibilidad de cambiar las trayectorias vitales en el desarrollo de los niños que sufren o están en riesgo de sufrir negligencia.

Las intervenciones las podemos hacer con los padres, biológicos, de acogida o adoptivos, en entornos de cuidados infantiles y otros tipos de entornos.

Se trata de enseñar a las personas a “sintonizar” con los bebés, de enseñar a dar y recibir, “INICIAR INTERACCIONES Y RESPONDER A LAS DEMANDAS DE INTERACCIÓN”, “ser sensibles y accesibles a las demandas de atención e interacción de los bebés”…..?

Evitar que los niños y niñas no reciban el alimento emocional que les es vital es “cuidar de ellos” y cuidar de ellos es velar por evitar su sufrimiento y por promover su salud. Y todo ello es promover una sociedad sana y próspera.

Vídeo sobre el estudio (YouTube):

 

Enlaces a los documentos originales de los estudios:
En Breve – La Ciencia de la Negligencia | Center of Developing Child (Hardvard University)