Beneficios inesperados de la intervención temprana y del contacto físico con el bebé. El caso de los bebés que nacen con “síndrome de abstinencia”.

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29

enero

2024

8 minutos

Los que éramos ya adultos en los años ochenta del siglo XX recordamos perfectamente la tremenda y horrible epidemia de la heroína. Pueblos y barrios enteros, grupos de amigos, familias, cientos de miles de jóvenes, cayeron bajo la atracción de los efectos de la heroína, se convirtieron de delincuentes y atracadores, desvalijaron literalmente a sus familias para conseguir la dosis diaria. Y algo más tarde, la inmensa mayoría cayó bajo los efectos de la terrible epidemia del SIDA, que se llevó por delante la vida de muchos de ellos cuando ya se parecían más a cadáveres andantes que a seres humanos.

Pero he dejado sin abordar una secuela de la epidemia de la adicción a la heroína porque es en la que me quiero centrar aquí y ahora. Muchas mujeres adictas quedaron embarazadas y siguieron consumiendo heroína. Imposible para ellas dejarlo. Y los fetos que llevaban con ellas consumían heroína, la heroína traspasaba la “barrera placentaria” y circulaba por el sistema circulatorio del feto. Y los bebés nacían con adicción a la heroína. Y como les faltaba la heroína al nacer presentaban síntomas severos del “síndrome de abstinencia”. Los servicios de neonatología tuvieron un trabajo inmenso para sacar adelante a estos bebés, muchos de ellos, además, prematuros y/o con muy bajo peso al nacer, muchos de ellos con mayor vulnerabilidad a las infecciones y otras enfermedades.

Esos años pasaron y dejaron su rastro.

Pero leyendo hace unas semanas un diario americano me sorprendió encontrarme con un artículo que llamaba la atención sobre “una nueva forma de intervenir con los niños/as que nacen con síndrome de abstinencia de opiáceos”.

Y me acordé enseguida de que llevamos años sabiendo de una epidemia terrible y devastadora que tiene que ver con otro tipo de opiáceos, en este caso el fentanilo, ese opioide sintético muchísimo más potente que la morfina y la heroína. Y lo sabemos por la muerte repentina de personajes famosos de la música, el cine y otras áreas del entretenimiento. Y lo sabemos si tenemos tendencia a mirar las cosas importantes que ocurren en el mundo y que no “salen en los telediarios”. Y lo sabe cualquiera que haya dado una vuelta por las calles de San Francisco, de Nueva York o de otras ciudades norteamericanas y haya visto a esa especie de “zombies” que están medio de pie, medio cayéndose al suelo, o tumbados directamente en el suelo en cualquier sitio de la acera o de una estación del metro.

El caso es que, hasta leer ese artículo del diario americano de tirada nacional, no había caído en la evidencia de que esa epidemia del fentanilo tenía que llevar aparejada una epidemia de bebés que nacen con el “síndrome de abstinencia” a los opiáceos. Y de que muy probablemente miles, cientos de miles de bebés están teniendo que ser atendidos en los servicios de neonatología por la misma razón que lo eran los bebés masivamente nacidos en los años ochenta de madres heroinómanas.

Se preguntarán: ¿qué tiene que ver este tema con el contenido de esta página web, de este blog?

Resulta que el artículo del periódico al que me he referido sugería que se estaba generalizando un procedimiento novedoso de tratamiento con estos bebés y que ese procedimiento parecía estar dando resultados prometedores. El artículo señalaba que el tratamiento consistía (además, obviamente, de todos los cuidados médicos específicos y personalizados) en mantener un elevado grado de contacto físico con el bebé e, incluso, de promover que este contacto físico se lleve a cabo con la propia madre del bebé (se entiende que en las situaciones en que esto es posible e indicado). Y añadía que este tratamiento había que llevarlo a cabo desde las primeras horas, días y semanas de vida del bebé. Los resultados de la intervención parecían ser positivos y prometedores en la medida en que reducían la sintomatología del síndrome de abstinencia, reducían la cantidad y duración de la administración de morfina al bebé y permitían una menor estancia hospitalaria (se les daba antes de alta).

Así que, una vez leído el artículo de prensa, había que revisar lo que se estaba publicando sobre el tema en revistas científicas y bucear por las redes para ver iniciativas concretas, grupos de trabajo, etc.

Leyendo con detalle estas publicaciones y la descripción de iniciativas con este tipo de bebés parece que se puede afirmar que se están obteniendo buenos resultados (reducción de la utilización de medicación y reducción del tiempo de estancia en el Hospital y en la Unidad de Cuidados Intensivos) con intervenciones en las que se promueve de manera muy temprana la interacción positiva, el contacto físico y emocional estrecho entre el bebé y, en los casos en que es posible, la madre o su familia o profesionales especializados.

Al final de esta entrega adjuntamos varios links a páginas web de entidades que trabajan en este ámbito y algunos artículos que describen este tipo de intervención y sus resultados. No obstante, los resumimos a continuación:

  • Muchos de los primeros programas de tratamiento con bebés con síndrome de abstinencia comenzaron aislando a los bebés, oscureciendo la habitación, cortando todos los estímulos y desalentando o prohibiendo la interacción entre padres y bebés, incluida la lactancia. En la actualidad, se tiende a modificar la intervención. En la práctica pediátrica se está observando que cuando los padres practican el “cuidado canguro” o “piel con piel”, amamantan a sus bebés y aprenden a interpretar y responder a las necesidades de sus bebés lo antes posible, se requieren menos y a veces, ningún tratamiento terapéutico con medicamentos para el síndrome de abstinencia”.
  • Los resultados de prácticas basadas en la evidencia sugieren que se pueden obtener mejores resultados cuando (1) se proporciona al bebé un entorno tranquilo, (2) se promueve el sueño de los padres y el bebé juntos, (3) se proporciona información sensorial táctil y propioceptiva positiva, y (4) se maximiza la nutrición para promover el aumento de peso. Estas prácticas incluyen (en los casos en que sea indicado y posible) que el bebé y la familia permanezcan juntos durante el ingreso en el hospital en un entorno tranquilo y protegido con apoyo médico y psicosocial que, además, continúe tras la hospitalización”.
  • En el Hospital Infantil de Dartmouth-Hitchcock (New Hampshire), manteniendo a los bebés con síndrome de abstinencia fuera de la UCIN y mejorando su alimentación y su vínculo con sus padres, se logró disminuir la cantidad de pacientes que recibían medicamentos de aproximadamente el 50% al 20%”.
  • En el Hospital Infantil Nationwide en Columbus (Ohio) se desarrolló un nuevo protocolo para reducir la duración del tratamiento con opioides utilizados terapéuticamente para reducir el síndrome de abstinencia y reducir la duración del ingreso. Se utilizaron “planes de destete” consistentes y equilibrados con un tratamiento no farmacológico que incluía “acurrucarse con el bebé, abrazarle, calmarlo usando una fórmula sin lactosa y asegurándose de que la mamá esté amamantándole, si puede. A este tratamiento se le añade otro tipo de prácticas como masajes para bebés, barreras cutáneas para proteger la piel…. y una serie de acciones programadas de abrazos, todo ello en habitaciones privadas que permiten a los padres cuidar y relacionarse fácilmente con sus bebés”.
    • El masaje (“Therapeutic Touch Infant”) brinda a los bebés una experiencia táctil positiva que promueve la propiocepción y fomenta el desarrollo de un sentido de «yo». Se utilizó un aceite de masaje nutritivo específico para la piel más sensible y con un complejo de ingredientes orgánicos con pH equilibrado que permiten un deslizamiento ideal para el masaje. Los aceites específicamente seleccionados y clínicamente probados son ricos en ácidos grasos esenciales y nutrientes”.
    • El procedimiento de “baño de inmersión”, sigue una práctica tradicional en la que el bebé está envuelto suavemente en una manta ligera y transpirable que le ayuda a sentirse tranquilo y permanecer dormido. Se consideró que podía ser útil para promover la estabilidad de la temperatura y crear una experiencia relajante, acogedora y tranquila para los bebés irritables. Este “baño envuelto” permitía reducir el llanto y aumentar la participación de los padres”.
  • En palabras del Dr. Matthew Grossman, M.D., Profesor asistente de pediatría en la School of Medicine la Universidad de Yale y pediatra en el Yale-New Haven Children’s Hospital: «Nos dimos cuenta de que cuando estos pacientes podían compartir la habitación con sus madres, les iba mejor de lo que se informaba en la UCIN, así que nos preguntamos si este bebé necesita “más medicamentos o más mamá”. Y comenzamos a trabajar más “por la parte de “más mama”. A partir de entonces, los bebés con síndrome de abstinencia dejaron de recibir el tratamiento en la UCIN y empezaron a alojarse con sus madres. Y los resultados parecen prometedores: la duración de la estancia en el hospital ha pasado de 27,5 días a aproximadamente 7,5 días”.

https://www.aamc.org/news/caring-babies-opioid-withdrawal

https://infantmassage.info/professional-info/using-infant-massage-with-nas-babies/

https://www.hushabyenursery.org/about/